Pero este es un año curioso. Hay varios nombres propios que llegan con ecos decepcionantes al Festival: Coixet, Gracia Querejeta, Calparsoro.
Empecemos por Isabel Coixet que acaba de inaugurar la Sección Oficial con Ayer no termina nunca.
Después de Mapa de sonidos de Tokio y el documental Escuchando el juez Garzón era fácil dar un paso adelante. Y la directora de tres grandes películas como Cosas que nunca te dije, Mi vida sin mí y La vida secreta de las palabras, lo ha dado. Esta película, acogida en la Berlinale entre la frialdad y la antipatía manifiesta, consigue mantener el interés y la tensión dramática con un escenario destartalado y dos actores magníficos y muy creíbles. Que una película de este tipo dure casi dos horas y no resulte eterna tiene mérito. Pero a Coixet se le debe seguir pidiendo más.
Y es que la película acaba siendo excesivamente depresiva y didáctica, con una salida de la caverna tan inocente como inverosímil (nada que ver con el final esperanzador y veraz de sus mejores películas). Después de mostrar un futuro demoledor, las luces del paraíso, las imágenes de los amantes bailando en una puesta de sol, resultan incoherentes y ñoñas.
Ayer no terminan nunca acaba siendo una película desequilibrada. Y sobre todo muy poco aconsejable para los que no quieran sobredosis de crisis en pantalla grande.
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