Sobre todo me quedo con Albert Finney, otro olvidado por el tío Oscar que tiene uno de los papeles secundarios más intensos de los últimos años. Aparte, la película tiene un equilibrio emocional que se agradece al tratar un tema tan delicado como es la abolición de la esclavitud sin caer en tópicos sentimentales y discursos baratos.
Ese día conocía además al gran Benedict Cumberbatch que le robaba la película a un limitadito Ioan Gruffurd, que aún así aquí hacía su mejor trabajo con mucha diferencia.
Calificación: 8
Calificación: 8