Otra, otra... Es el grito del año. Después de recuperar Rambo, Rocky, Terminator, El equipo A, Karate Kid, Indiana Jones y Tron entre otras, llega el momento de reanimar a una de las pelis más destructoras de los ochenta. La revisión de la una de las pelis con mejor presentación del prota (la musculatura de Schwarzeneger portando la leña de todos los bosques de Estados Unidos), tendrá como actor principal a Sam Worthington.
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60 años de juventud
Una de las películas más veraniegas y luminosas que recuerdo: Vacaciones en Roma. Una de mis favoritas. William Wyler rodó esta divertida película con una joven llamada Audrey Hepburn que ganó el Oscar por su interpretación de una princesa rebelde enamorada de un periodista tentado por el sensacionalismo. Gregory Peck aportó elegancia y honradez a este personaje y Audrey espontanteidad y encanto.
Han pasado más de 60 años desde que se estrenó, pero Vacaciones en Roma sigue siendo un clásico que cada año que pasa se hace más joven.
Calificación: 9
Calificación: 9
Felicidades... y sigue siendo el de siempre
Continuo en mi cruzada de defensa de Manoj Nelliyattu Shyamalan: enorme director de cine que hoy cumple 40 años. Ya sé que en la crítica de Airbender le he puesto guapo... Pero tenía que decir lo que pensaba, y creo que esa peli es todo un error que espero que no tenga continuación.
Pero un error lo tiene cualquiera. Hasta Howard Koch o uno de los hermanos Epstein fueron capaces de incluir en el GUIÓN DE LOS GUIONES (Casablanca) una frase que parece entresacada del libreto de Amanecer, Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse (en fin, esa saga que sigue arrasando en taquilla promocionando inquietudes intelectuales a tantos adolescentes de corazón en conserva).
A Shyamalan le agradezco momentos muy luminosos. Que hoy en día alguien aproveche el cine para contarnos que hay salvación posible para el ser humano me parece plausible. Es muy fácil destruir y desesperanzar al personal... Construir es más complicado. Eso lo sabe muy bien Shyamalan. Y Capra. Y Tim Burton. Y Spielberg (cuando era Spielberg), y Clint Eastwood en algunas de sus últimas aportaciones (Banderas de nuestros padres, Gran Torino).
Una de la películas de Shyamalan mejor valoradas en nuestro país es La joven del agua. Esta incomprendida cinta ha sido la menos taquillera de Shyamalan (en Estados Unidos sólo recuperó 42 de los 75 millones invertidos, aunque estas perdidas fueron sufragadas por el dinero ingresado en el resto del mundo), y la principal culpable de que a este director hindú le hayan colgado el letrero de director peligroso para la taquilla. Curioso cartel para un artista que se ha gastado 546 millones en 8 películas y ha ingresado casi el doble (964), sólo en lo que ha recibido en los cines norteamericanos (lo digo para los/as periodistas que siguen insistiendo en martillear al personal con que Shyamalan es un director que "ha provocado que la audiencia haya perdido la fe en su cine").
Un trailer distinto
Me aburrió soberanamente Zodiac, la anterior película de David Fincher pero tengo ganas de ver la próxima sobre el fundador de la red social Facebook. Me encanta este trailer que parece diseñado con Microsoft Word. Ninguna imagen en movimiento. Ni falta que hace.
Se estrenará a finales de octubre en España.
Y los sueños, sueños son
Dom Cobb (Leonardo Di Caprio) es un especialista en robar los sueños de la gente a través de la incursión en su subconsciente. Sin embargo, este don le ha convertido en un ser fugitivo que sólo podrá redimirse pasando de ser ladrón a protector de los sueños de uno de los hombres más poderosos del planeta.
Hay alguna que otra vuelta de tuerca que no acaba de estar bien resuelta (en especial el capítulo final de la nieve) y a la relación Cotillard-Di Caprio le falta algo de claridad y profundidad de campo para ser el potente motor emocional que requiere la historia. Pero… ¡qué gran película de este director británico que apenas hace unos días cumplía 40 años!
Hay alguna que otra vuelta de tuerca que no acaba de estar bien resuelta (en especial el capítulo final de la nieve) y a la relación Cotillard-Di Caprio le falta algo de claridad y profundidad de campo para ser el potente motor emocional que requiere la historia. Pero… ¡qué gran película de este director británico que apenas hace unos días cumplía 40 años!
En este tiempo Nolan ha instalado su filmografía en el mundo del subconsciente y en sus conexiones con el mundo real a través de los mitos del comic (Batman begins, El caballero óscuro), la magia (El truco final), los estados mentales irregulares (Memento) y los sueños (Insomnio, Origen).
Repite con su equipo técnico habitual: el compositor Hans Zimmer, omnipresente a lo largo de toda la película con su inquietante banda sonora, el director de fotografía Wally Pfister y el editor Lee Smith (que, aparte de la obra de Nolan, realizó un trabajo brillante en Master and Commander). Y la potencia visual es tremenda, a la altura de muy pocos. Sobre todo porque es capaz de no caer en el virtuosismo vacío que sí se pierden últimamente otros grandes como Ridley Scott, Scorsese o Brian de Palma.
Gran parte del mérito de la película es del guión del propio Nolan que aprovecha actores de peso para construir personajes con relieve que interesan y emocionan en sus conflictos clásicos en el cine del siglo XXI. Todo ello en un mundo que se desmorona en explosiones espectaculares que reflejan la decadencia de una era que acaba por llegar a los orígenes: el sentido de filiación e identidad perdidos, la conexión con la realidad que capacita o impide la donación a los demás y por tanto la felicidad, la defensa de la intimidad y el respeto a la creatividad individual.
El único problema que tiene la película es que requiere un grado de atención que dudo que puedan prestarle la generación del link acelerado y la atención dispersa (que al fin y al cabo son los que van al cine). Aún así, triunfe o no en taquilla, nadie podrá negar a Nolan los enormes riesgos de su película y su facilidad para enredarse sin morir en el intento en el terreno resbaladizo de obras maestras del inconsciente como Recuerda o Vértigo, del maestro Alfred Hitchcock.
Gran parte del mérito de la película es del guión del propio Nolan que aprovecha actores de peso para construir personajes con relieve que interesan y emocionan en sus conflictos clásicos en el cine del siglo XXI. Todo ello en un mundo que se desmorona en explosiones espectaculares que reflejan la decadencia de una era que acaba por llegar a los orígenes: el sentido de filiación e identidad perdidos, la conexión con la realidad que capacita o impide la donación a los demás y por tanto la felicidad, la defensa de la intimidad y el respeto a la creatividad individual.
El único problema que tiene la película es que requiere un grado de atención que dudo que puedan prestarle la generación del link acelerado y la atención dispersa (que al fin y al cabo son los que van al cine). Aún así, triunfe o no en taquilla, nadie podrá negar a Nolan los enormes riesgos de su película y su facilidad para enredarse sin morir en el intento en el terreno resbaladizo de obras maestras del inconsciente como Recuerda o Vértigo, del maestro Alfred Hitchcock.
Shyamalan y la carne fresca
Sí, su última película no es que sea mala, es peor. Pero M. Night Shyamalan sigue siendo en mi opinión uno de los directores más interesantes de la actualidad por 7 motivos: las 7 películas anteriores a Airbender. Y es un tipo listo que no se deja avasallar por periodistas llenos de tópicos que se creen una reencarnación de John Ford y hacen preguntas a un director sobresaliente y con personalidad que nunca harían a otros mucho más impersonales como Stephen Sommers, Judd Apatow o Michael Bay.
A buscar carne fresca a otro lado...
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