Para empezar hay que dejar claro que Isabel II a priori no es el personaje más fascinante de la Historia de la Humanidad. Ni por su carácter ni por su repercusión histórica, está claro que la reina inmortal de Londres no puede presumir de haber fundamental en el turbulento siglo XX. Pero quizá eso es lo que le da su grandeza a la serie de Peter Morgan, producida y dirigida por Stephen Daldry (Las horas, Billy Elliot). A partir de un personaje más bien gris, el escritor británico ha logrado dar relieve al personaje y a la Familia Real Británica. Con humor, inteligencia e ironía, Morgan propone una historia muy coral en que cada personaje tiene su interés. El marido consorte es rebelde y cercano, la anciana Reina Madre es venenosa y cruel, Churchill es... Chrurchill, la única fuerza de la Naturaleza capaz de tumbar a Hitler en un cara a cara.
Todo lo demás en la serie es sutil y rebosante de talento muy británico. El reparto es fantástico con un John Lithgow admirable como el gran Winston o Claire Foy (ganadora del Globo de Oro a la mejor actriz en serie dramática por su interpretación de la joven reina). La dirección artística, la música variadísima y sugerente de Hans Zimmer y Rupert Gregson-Williams, la fotografía y localizaciones hacen que la serie sea sencillamente encantadora. Hay alguna que otra caída de ritmo, excesos de entusiasmo monárquico y un par de escenas grimosas de oda al divorcio y al adulterio de un sentimentalismo y frivolidad casi adolescente.
Pero en líneas generales es otra gran serie histórica británica. Hace unas semanas fue premiada en los Globos de Oro como la mejor serie dramática de 2016.
Calificación; 8,5
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