En los límites de lo extremo: se acabaron las palomitas

Después de regenerar el cine épico y religioso con Braveheart y La Pasión, Mel Gibson volvió a sondear los límites del espectador en 2006 con esta película sobre la decadencia de la cultura maya. Rodada íntegramente en lengua maya con actores indígenas, Apocalypto es un viaje extremo en el que es imposible quedarse indiferente.

Y es que no parece ir con Gibson eso de que el espectador va al cine (habitualmente) a pasar un buen rato. Apocalypto desde luego no es una película para disfrutar, sino sobre todo para meterse en una piel tan salvaje como desconocida. Así lo muestra en la primera escena de la película en que la cámara se adentra muy lentamente en una selva en la que cada vez hay más elementos visuales y sonoros. La calma se interrumpe por una pantera negra que recorre la pantalla seguido por un indígena. Desde ese momento, Gibson no concede un momento de tregua y mete al espectador en la piel de unos personajes que huyen como de la peste del arquetipo de indígena que el cine ha mostrado hasta ahora.


Sin dejar de mostrar la brutalidad de algunos aspectos de la cultura maya, Gibson muestra un número incontable de retratos de supervivencia matizados por unas interpretaciones que resultan increíbles en su veracidad. El director australiano consigue dar humanidad a través de unas interpretaciones en las que los gestos y sobre todo las miradas de los actores indígenas son un prodigio de expresividad.       

Todo ello en un viaje en el que Gibson no ahorra realismo en algunas escenas que son difícilmente soportables. ¡Estamos en la selva y esto no es un documental del National Geographic! parece decir el director australiano que, sin regodearse en la violencia, permite algunas secuencias breves pero brutales. Es el precio que Gibson hace pagar al espectador que quiera sumergirse en una experiencia tan vibrante como enriquecedora.  


La película, al igual que La Pasión, tuvo polémica previa sobre la visión de la cultura maya que ofrece la película. Críticas que quedan a la altura de las de anti-semita que obtuvo hace unos años por contar el Evangelio de manera prodigiosa.  

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