Natalia de Molina ya demostró su talento en Vivir es fácil con los ojos cerrados (Goya a la actriz revelación en 2014) y en la serie Bajo Sospecha. En Techo y comida borda su papel de madre soltera con hijo a punto de ser desahuciada. La ovación en el pase de prensa del Teatro Cervantes ha sido sido la más larga de esta semana de cine. Y es que esta película neorrealista conmueve e interesa a pesar de que le falta algún giro o sorpresa en el guión y le sobra un plano final panfletario.
Por fin, logramos ver en este Festival un actor infantil que resulte natural y creíble. El trabajo de Jaime López tiene mucho mérito porque sólo tiene 8 años y es su primera intervención en el mundo del cine y la televisión. Aún así, no se arruga e interpreta con fuerza a todo un protagonista de la historia, con un perfil dramático bien matizado y desarrollado.
La película es andaluza de principio a fin y esa entonación tan característica facilita la veracidad de la historia. El plano de madre e hijo abrazados desconsolados en primer plano mientras al fondo la multitud grita entusiasmada los goles de la selección de fútbol es fantástico.
Probablemente, Natalia de Molina sea la ganadora de la Biznaga de Plata a la mejor actriz, pero tampoco descarto que la película logre otros premios importantes en el Festival como película, dirección o guión.
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