Ozon haciendo equlibrios

François Ozon hace equilibrios en la cuerda floja y, en mi opinión, suele caerse. En su cine hay mucho intento de trasgresión que suele acabar en orgía cinematográfica, muchas veces premiada de manera exagerada. En ese grupo están En la casa, Una nueva amiga o El amante doble. Y luego está Frantz, una película pluscuamperfecta en cada detalle

Gracias a Dios sigue la línea de Spotlight a la hora de mostrar sin ofender una historia de abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica. En ambas las víctimas son las principales protagonistas y el relato tiene la humanidad creíble que sólo pueden ofrecer los artistas que perfilan al detalle. La película es muy completa: 137 minutos que interesan y cobran vida en un reparto amplio que afina en cada nota. 


El padre de familia numerosa (fantástico Melvil Poupaud) es un personaje fantástico en el que se atisban muchos detalles de grandeza espiritual, de paternidad conmovedora, respeto a la intimidad y a la fama de los sacerdotes ejemplares. No tiene dudas que la mayoría son así y por eso la historia resulta tan medida y respetuosa. También resulta conmovedor esa anciana secretaria del obispo que tiene que escuchar los tremendas heridas de las víctimas. Es una mujer de una bondad expresada en una mirada cercana y unos pocas palabras acertadísimas. 

En sus malas formas queda retratado el personaje interpretado por el sensacional Denis Ménochet (Custodia compartida). Un hombre con deseos de venganza que pretende encender el lanzallamas sin diferenciar entre lobos y corderos. Para él todo es la misma fauna y eso queda ridiculizado en una escena paródica muy inteligente. 

Calificación: 8  
  

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