Tarantino, la taquilla y las preguntas incómodas

Buscando en Internet he llegado a este fragmento de una entrevista reciente a Quentin Tarantino. Un periodista le acorrala y el director de Pulp Fiction o Kill Bill pierde la paciencia. Dejando al lado mi opinión de Tarantino como cineasta (que se resume en genio descerebrado tan listo como trivial), la postura del director en esta entrevista es indefendible. No su opinión, que la lleva explicando 20 años y siempre ha sido la misma, sino su forma de no responder.



Está claro que cualquiera acabaría agotado de responder siempre a lo mismo, pero es ley de vida. Es el precio que hay que pagar por vivir de vender películas. Y en este sentido Tarantino no puede quejarse. 

Después de comprobar que el público no le consiente todos sus caprichos con Grindhouse (ese programa doble codirigido con Robert Rodríguez que costó 67 millones de dólares y apenas recaudó 27 en todo el mundo), todo han sido buenas noticias. Con sus dos últimas películas (Malditos bastardos y Django desencadenado) ha sumado casi 750 millones de dólares (con una inversión de 130), además de un Óscar y un Globo de Oro.

En definitiva, está en su momento de gloria, apenas tiene 50 años y es capaz de decir cosas muy interesantes sobre el cine que le gusta hacer sin necesidad de perder los nervios.

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