"La tormenta de hielo": Una gran disección de Ang Lee

No es nada sencillo encontrar esta joya de Ang Lee sobre los efectos traumáticos de la revolución sexual en Estados Unidos. Pero el esfuerzo merece la pena. Una de esas películas que sugiere muchas cosas gracias a un guión perfecto y a un reparto estupendo (Kevin Kline, Joan Allen, Sigourney Weaver, Christina Ricci, Elijah Wood, Tobey Maguire).


Pedro Antonio Urbina (1936-2008), uno de los grandes críticos de nuestro país, explicaba mejor que yo la grandeza de esta película. Prefiero dejarle hablar a él.

"El banquete de bodas; Comer, beber, amar; Sentido y sensibilidad y ahora Tormenta de hielo convierten al taiwanés Ang Lee en uno de los más valiosos directores actuales. Sobre la novela de Rick Moody, reescrita para el cine por James Schamus, obtuvo el Premio al Mejor Guión en el Festival de Cannes de 1997; y esta es otra característica de Ang Lee, su trabajo sobre muy buenos guiones, que respeta e interpreta a la perfección.

La acción tiene lugar en New Canaan (Connecticut), en noviembre de 1973, en torno al Día de Acción de Gracias, fecha de una memorable tormenta de hielo: magnífico escenario natural, en el que se cumple el trágico desenlace de la película, tras el contrapunto patético de una inmoral fiesta de sociedad, que pretende desenfado frívolo.



Los protagonistas adultos, el matrimonio Hood y el matrimonio Carver, muestran en sus vidas el fruto de las conquistas hippies de la década anterior: inmadurez, insatisfacción interior, desorientación moral y una desencantada vuelta a las formas sólo exteriores (y por eso hipócrita) de la tradición. Los cuatro hijos adolescentes de estas familias no tienen en sus padres ni atención ni orientación ni autoridad: viven de un modo aún más desastroso psicológica y moralmente, sin referencia religiosa alguna. A esa realidad negativa, familiar y personal, se añaden las consecuencias de la guerra de Vietnam, los escándalos en torno a Nixon..., señalados con adecuadas presencias televisivas y frases cotidianas.

El ambiente de época está precisado con minuciosidad, y con tal naturalidad que podría pasar inadvertido. La belleza de las cosas, fotografiadas con mimo, como quien busca y encuentra la palabra precisa, hacen pensar en la labor de un poeta. Cada escena o secuencia tienen la luz y el color adecuados, que subrayan su sentido.

Guión y dirección llevan a cabo una magistral tarea de composición y descomposición de un mosaico viviente con los personajes: además de los ocho miembros de las dos familias, aparecen muchos otros personajes. Cada uno es presentado en su individualidad e interioridad, a ritmo pausado, que se hace vivaz al cobrar su papel en el grupo, y se acelera al llegar al desenlace y descomposición del mosaico.

Este mosaico es la familia -una constante en las obras de Ang Lee-, y también la comunidad. El elemento de cohesión narrativa de esas piezas humanas es el adolescente de más edad de una de las familias protagonistas: voz en off, lectura de Los cuatro fantásticos -historieta de ciencia-ficción- en sus largos desplazamientos en tren..., historieta que se levanta como alegoría de lo que está sucediendo en la realidad.

Realidad familiar que es juzgada por este adolescente -según su situación de hecho- como una nada de la que el hombre sale, y a la que al final de sus días se ve obligado a volver. Pero los hechos mismos en la sociedad, la tormenta de hielo exterior, la fría inmoralidad humana y su crueldad, le presentan la familia como el único reducto interior... -o palestra o base de la sociedad-, a pesar de los pesares, ciertamente".

Calificación: 8´5 

3 comentarios:

  1. Yo apunto también otra crítica buena buena. Es de Carlos Boyero, publicada en el país. LA incluyo en tres bloques:
    Bloque I:
    "Sorprende el camaleonismo de ese taiwanés errático llamado Ang Lee para hablar con profundidad, matices y verismo de culturas y formas de vida que le son ajenas, transmitiéndote la sensación de que ha mamado de mundos tan dispares. Desde la Inglaterra victoriana de "Sentido y sensibilidad" a las miserias de la burguesía ilustrada norteamericana en "La tormenta de hielo", desde la osadía de retratar un amor homosexual en el más rancio universo country en Brokeback Mountain a adaptar con tono tenebroso el cómic Hulk. Si no existieran los títulos de crédito resultaría muy complicado para la infalible política del cine de autor deducir que esas películas las firma el mismo hombre."

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  2. Bloque II:
    "Aunque la obra de Ang Lee desconozca afortunadamente los problemas de adaptación y la impostura, siempre resulta curioso para el que sigue su cine que el inteligente y penetrante vagabundo retorne a sus chinas raíces, a esas señas de identidad expresadas inmejorablemente en comedias memorables como Comer, beber, amar y El banquete de bodas.

    El título de este retorno es Deseo, peligro y resulta muy explícito sobre lo que nos va a contar, una densa y perturbadora historia sobre el riesgo mortal de frecuentar los volcanes, de que los espasmos de la carne y de la pasión se impongan a las obligaciones que dicta el cerebro. Ambientada en la China de 1938, ocupada por el ejército japonés, describe inicialmente la dolorosa pérdida de la inocencia de un grupo de estudiantes patriotas dispuestos a cargarse a un poderoso colaboracionista y que descubren el irreparable desgarro emocional que implica matar a un ser humano, el vértigo que acompaña al paso de la revolucionaria teoría a la siempre trágica ejecución. El largo arranque de Deseo, peligro, retratando la iniciación en la conjura y en la violencia de esos idealistas con hambre de acción, se hace ligeramente moroso y puede desanimar al espectador sobre lo que puede dar de sí el amenazador metraje de 160 minutos, pero hay una secuencia que te despierta y te revuelve. Ang Lee se empeña en describir con realismo minucioso y estremecedor, sólo comparable en su horror al asesinato del policía y del taxista que filmaban Hitchcock en Cortina rasgada y Kieslowski en No matarás, las innumerables heridas que puede soportar un cuerpo antes de extinguirse"

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  3. Bloque III: "A partir de ese momento, la historia toma cuerpo y crece. La crónica de esa relación sin futuro, basada al principio en el engaño y de consecuencias imprevisibles, entre esa mujer que debe seducir a su enemigo para tenderle la trampa letal y el villano que se detesta a sí mismo y al que el sexo violento le sirve de catarsis, alcanza una intensidad, una fascinación y una veracidad que asustan y conmueven.

    Ese erotismo abrasivo no es fingido, no pretende actuar como reclamo morboso para la taquilla, te hace comprender lo que sienten los personajes, la complejidad de lo que les está ocurriendo, la batalla entre su racionalidad y su deseo. Esa carnalidad desesperada posee tensión y clima, riesgo y autenticidad.

    Es una película a la que se le pueden disculpar los baches, ya que te compensa con explosiones de gran cine, con una estética notable, con la enorme capacidad de su director para hacer emocionantes y creíbles los amores más tortuosos y torturados, las flores del mal. A ello contribuye el admirable Tony Leung, hermético, cruel, atormentado y pragmático"

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