Jessica y James: Mirarles basta

El cine romántico se apoya especialmente en la música. Nothing Hill, Tú la letra, yo la música, The Holidays, Happythankyoumoreplease, Adam… Todas son recordadas por una melodía o una canción. La desaparición de Eleanor Rigby es una película más dramática de lo habitual en este tipo de cine sentimental, pero el protagonismo de la música sigue siendo innegable.

Esta película intenta reflejar los vaivenes afectivos de una relación duradera. La mezcla de música muy variada (clásica, electrónica, baladas) favorece la diversidad de tono que aprovechan al máximos dos grandes de la interpretación como Jessica Chastain y James McAvoy.  


Ciant Heart It, Move on y Dancing with the Lights Out se utilizan en los momentos más optimistas del romance. Y también los más superficiales. Momentos de bailes, discotecas y primavera hormonal. Pero también hay un vitalismo más estético y complejo con melodías clásicas de Mozart, Brahms o Haydn.

Como canción dramática destaca la enésima variación de Wild is the wind de Dimitri Tiomkin, ésta vez adaptada por la cantautora norteamericana Cat Power. También Went to war de Amason está muy bien insertado en una de esas escenas en las que el director recoge miradas perdidas y paseos a ninguna parte de los protagonistas.

El uso de la música electrónica es el que da un tono más moderno y original a la banda sonora, muy cercano al de películas como Lost in translation, Drive o la española Stockholm. Especialmente sugerente es el tema final No fate awaits me de Son Lux. Una conclusión que se te queda grabada con un acento esperanzador muy necesario en el cine actual.

Son Lux y VV.AA. Sello: Lakeshore Records (46 minutos)

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