Un western para quedarse

Hay un cine en el que te sientes cómodo. Te gustaría sentarte a hablar con los personajes, comer con ellos, pasar más tiempo que el ajustado metraje. Raíces profundas es un western en el que brilla la  autenticidad de cada detalle: la deliciosa tarta que hace Jean Arthur, la inocencia sencilla de Van Heflin o la mirada nostálgica de Alan Ladd). George Stevens tiene una filmografía impresionante (Gigante, Un lugar en el sol, El diario de Ana Frank), pero probablemente Raíces profundas sea la más perfecta e inmortal. Cada personaje es un tesoro dibujado con detalles mínimos y fácilmente accesibles a todo tipo de públicos.

De esas películas que es casi imposible encontrar errores, y que cada nuevo visionado mejora al anterior.

Calificación: 10



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