Bellísima, necesaria y veraz

Hay mucha vida en esta película francesa. Vida de verdad: de personas que aman, sufren, hacen el ridículo, vuelven a intentarlo, se desesperan, sonríen. Eso que vemos todos los días lejos de la pantalla. En buenas manos trata sobre la adopción y todas las dificultades del protocolo, la educación y la construcción de un hogar estable.

El primerizo Jeanne Harre (hasta ahora había dirigido una película y una serie) obtuvo 7 nominaciones a los premios Cesar por esta película que emociona y abre muchos debates con inteligencia. El reparto está maravilloso al completo, cada uno de ellos tiene personalidad, ternura y vulnerabilidad. A los franceses se les da especialmente bien hacer este tipo de cine en profundidad sobre la educación y la sociedad actual. Ahí están La clase de Lauren Cantet, Hoy empieza todo de Bertrand Tavernier, Polisse de Maïwenn Le Besco, Ganar el viento de Anne-Dauphine Julliand o Custodia compartida de Xavier Legrand. 

En buenas manos es un cine necesario además de ser la mejor película actual sobre la adopción y las familias de acogida. Muy superior a esa comedieta boba titulada Familia al instante.

Calificación: 8´5



Una nueva era

Después de pasarnos décadas atados al mismo tipo de comedias televisivas parece que el panorama está cambiando en nuestro país. Paquita Salas ya supuso un paso adelante con respecto a series como Gym Tony o La que se avecina. Y en 2019 definitivamente se ha roto la inercia con dos series más que notables: Vota Juan y Justo antes de César. Dejó ahí los links a las reseñas y dos pinceladas de muestra.



Ozon haciendo equlibrios

François Ozon hace equilibrios en la cuerda floja y, en mi opinión, suele caerse. En su cine hay mucho intento de trasgresión que suele acabar en orgía cinematográfica, muchas veces premiada de manera exagerada. En ese grupo están En la casa, Una nueva amiga o El amante doble. Y luego está Frantz, una película pluscuamperfecta en cada detalle

Gracias a Dios sigue la línea de Spotlight a la hora de mostrar sin ofender una historia de abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica. En ambas las víctimas son las principales protagonistas y el relato tiene la humanidad creíble que sólo pueden ofrecer los artistas que perfilan al detalle. La película es muy completa: 137 minutos que interesan y cobran vida en un reparto amplio que afina en cada nota. 


El padre de familia numerosa (fantástico Melvil Poupaud) es un personaje fantástico en el que se atisban muchos detalles de grandeza espiritual, de paternidad conmovedora, respeto a la intimidad y a la fama de los sacerdotes ejemplares. No tiene dudas que la mayoría son así y por eso la historia resulta tan medida y respetuosa. También resulta conmovedor esa anciana secretaria del obispo que tiene que escuchar los tremendas heridas de las víctimas. Es una mujer de una bondad expresada en una mirada cercana y unos pocas palabras acertadísimas. 

En sus malas formas queda retratado el personaje interpretado por el sensacional Denis Ménochet (Custodia compartida). Un hombre con deseos de venganza que pretende encender el lanzallamas sin diferenciar entre lobos y corderos. Para él todo es la misma fauna y eso queda ridiculizado en una escena paródica muy inteligente. 

Calificación: 8  
  

1956-1957: El momento de Kubrick

Stanley Kubrick siempre quiso ser perfecto. El mejor cineasta y el más innovador. Probablemente con Orson Welles nadie haya sido tan ambicioso con el séptimo arte. Creo que eso les llevó a la perdición después de hacer algunas obras maestras incuestionables en sus primeras décadas como creadores profesionales independientes. Recientemente he podido admirar Atraco perfecto (1956) y Senderos de gloria (1957) que Stanley Kubrick rodó de manera consecutiva.

De Atraco perfecto podría hablar horas, pero yo prefiero escucharles... Firmo todo lo que dicen. Cine negro a la altura de las más grandes como La jungla de asfalto, Perdición o El sueño eterno.

Calificación: 9







Senderos de gloria es la mejor película de la casi olvidada Primera Guerra Mundial. El antibelicismo de Kubrick que luego le llevaría a filmar La chaqueta metálica logra aquí una retórica perfecta. Visualmente la película no tiene precio desde la escena del ataque suicida al tramo final, para mí lo más esperanzado que hizo este cineasta algo enloquecido y enormemente cruel en sus retratos del ser humano.

De metraje y ritmo ejemplar la película sigue siendo un monumento que cada década que pasa es más impresionante, más actual e impactante.

Calificación: 10


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