"Hairspray": Salí bailando del cine...

Tracy Turnblad (Nikki Blonsky), adolescente gordísima de madre gordísima (un transformado John Travolta) y padre sosísimo (Christopher Walken), tiene un sueño: bailar en “El Show de Corny Collins,” el programa de baile televisado de máxima audiencia de su adorada Baltimore. El problema es que la directora de este show, la malvada Velma (Michelle Pfeiffer), exige que los participantes sean delgados, guapos y blancos que bailen con remilgada decencia. Pero Tracy no se da por vencida y hace todo lo posible por abrir el concurso a los “nuevos tiempos”.


Ahora que Tarantino, Rodríguez y parte de la crítica parecen empeñados en que el cine “cutre”, “gore” y “gamberro” de la doble Grindhouse (2007) ocupe el altar del mismísimo Ciudadano Kane, la llegada este “remake” del Hairspray de John Watters dará mucho de que hablar. 

Y es que Watters es posiblemente el director que más éxito cosechó en los años 70 y 80 con comedias inmundas, groseras e irreverentes con toques de originalidad creativa que procuraban golpear las rutinas de un cine “setentero” demasiado anquilosado. Dentro de sus obras destacó la escandalosa Pink Flamingos (1972) y el musical Hairspray (1988), que le hizo convertirse en director de culto para los amantes del cine transgresor (entre otros Pedro Almodóvar).


Con estos precedentes Adam Shankman (director de comedias tan sositas como Doce fuera de casa, 2005, y Se armó la gorda, 2003, y de alguna que otra película interesante como Un paseo para recordar, 2002) realiza un buen “lifting” a la película de Watters manteniendo los elementos divertidos y maquillando los elementos más subversivos de la obra original. Eso sí, dejando que el propio Watters aparezca brevemente (como no, haciendo de exhibicionista en el comienzo de la película).

El resultado es una película de ritmo envidiable, que divierte y entretiene con un elenco de actores en el que sobresale la primeriza Nikki Blonsky. Con apenas 17 años, esta joven actriz borda su papel de simpática rechoncha idealista que baila con un desenfado que divierte y llena una pantalla en la que también se lucen los secundarios (todo el repertorio de jóvenes participantes junto con la casi siempre eficaz Queen Latifah y la surrealista pareja que componen Travolta y Walken).

Aparte, la película tiene unas coreografías brillantes que acompañan muy bien la historia con buenas canciones y un colorista diseño de producción que combina a la perfección con el variado vestuario de Rita Ryack.

Por si fuera poco la película tiene un arranque y un aterrizaje magistrales: un divertido inicio con Good Morning Baltimore y un final de ritmo frenético con You can´t stop the beat!

Calificación: 7,5



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