En Galicia, dónde vivo desde hace 7 años, llueve. Mucho, no os lo voy a negar. Pero por eso precisamente cuando hace sol todo es aún más increíble. Y si además te encuentras en una de esas playas de arena fina en las que NO HAY NADIE, el momento es realmente cinematográfico. No me extraña que el mar sea un recurso tan socorrido en el séptimo arte. Tanto color y belleza no te la encuentras en el metro de Nueva York o paseando por la Piazza de España en Roma.
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