Elías Querejeta: ¿Dónde estaríamos sin él?

Acabó el Festival de cine de San Sebastián. Y los premiados que se queden con los premios. No queda otra, es el sino de tantos años en que se premia lo hermético, lo que nadie verá fuera del festival. La película española Los pasos dobles (mejor película) y la griega Adikos Kosmos (mejor director y actor) han sido las grandes vencedoras para el Jurado. La inmensa mayoría de los críticos nos aburrimos como ostras con estas películas (con diferencia han sido las que han logrado un mayor número de deserciones del Kursaal), pero da igual.

Al menos no le han dado todos los premios a Kim Ki-Duk y Amén (ya puestos a premiar lo alienígena, no había nada más tedioso). Y se agradece que a Kore-Eda le hayan dado el premio guión y a María León el de la mejor actriz (aunque por lo visto en la ceremonia tengo la sensación de que más que interpretar lo que hace en la película es ser ella misma).

Lo que menos se entiende es que en un año así se haya premiado la sal gruesa, el chiste fácil y los personajes toscos de Julie Delpy en su película Le Skylab. Lo siento por Urbizu, Terence Davies, José Coronado, Rachel Weisz... Pero tengo claro que a sus películas les queda mucho carrete en taquilla y en otros festivales.

De Zinemaldia 2011 me quedo con las películas que he ido comentando estos días: Extraterrestre, Arrugas, The Deep Blue Sea, Bertsolaris, Kiseki, No habrá paz para los malvados, El árbol de la vida... Y las secciones dedicadas al cine negro norteamericano, a Jacques Demy y el justo Premio Zinemira concedido con todo merecimiento a Elías Querejeta, uno de los productores que no cayó en la trampa del cine del momento y se dedicó a arriesgarse a hacer un cine que, éste si, quedará para siempre...



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