Afrancesado y maduro Trueba

Hay demasiadas cosas que me han gustado de El artista y la modelo de Fernando Trueba, presentada en la sección oficial. Es una película que habla del proceso creador de un artista con profundidad, poesía y tacto, sin llegar a ser pedante ni repelente. En mi opinión quizás le sobra algún exceso de retórica y cierta redundancia en la primera media hora, pero hay que tener en cuenta que el material era muy resbaladizo.

El artista y la modelo es desde luego una película grande, muy bien interpretada y cuidada hasta el detalle (se nota que el director ha tardado años en madurarla con la intención de dedicarsela a su hermano Máximo, escultor fallecido en 1996). La pareja Cardinale-Lampreave es una verdadera delicia, un ejemplo de personajes secundarios que enriquecen el argumento central. La película tiene mucho silencio, habitualmente inteligente y necesario, aunque está tan bien dialogada la película (la visita del nazi, las conversaciones del artista y su musa), que echas de menos en algunos tramos un mayor desarrollo narrativo que poético.

Lo que no acabo de entender es el blanco y negro. Siempre le da un tono clásico pero pierdes los matices del color que son necesarios en una película tan contemplativa. Me hubiese resultado extraño que Victor Erice lo hubiese utilizado el El sol del membrillo (película bastante conectada con la de Trueba).

Puestos a pedir más, creo que a la película no le hacía falta la sombra cínica y desesperanzada tan característica del director madrileño. Pocos artistas pueden permitirse ser luminosos en una película tan honda sin caer en la cursilería con exceso de didáctica. Y Trueba podía haberlo hecho, pero no ha querido tomando una decisión muy concreta que marca toda la película. La belleza como el ser humano para el director es y será una pasión inútil.  

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