Zipi y Zape en Hogwarts

Zipi y Zape han marcado la infancia de varias generaciones que poco tienen que ver con el público al que va dirigida esta película. Lo digo por experiencia: he reconocido poco de los tebeos que leí en su día en la película de Oskar Santos (El mal ajeno, Hispania). Aquí hay más de Daniel el travieso y el universo de Harry Potter. Pero da igual. La película funciona a ratos.

Un entretenimiento con un diseño de producción muy vistoso, chavales que resultan naturales, personajes secundarios con gracia. Y 90 minutos ajustados que se agradecen. El tono exagerado de los “malos” puede rechinar pero en general la película la verán los pequeños con agrado mientras los mayores pasarán un buen rato.

Si además al crítico de cine le dejan elegir asiento con espacio vital mínimo (el pase era a las 9:30 en un desierto cine Principal), la percepción de la película es muy agradable. Por cierto, espero que alguien en algún momento prohiba ver una película desde el gallinero del 3º piso del Victoria Eugenia o en medio de una fila central del Teatro Principal. Estoy convencido que Ryan Reynolds en Buried tenía menos sensación de claustrofobia.

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