"La ciudad frente a mí": La justicia era ÉL

Dicen que cuando los norteamericanos quieren médicos, abogados o detectives lo primero que hacen es hacer una serie o una película que lleve en esa dirección a las nuevas generaciones. La ciudad frente a mí es de esos clásicos de los que uno sale queriendo ser Paul Newman, o al menos su personaje en esta película. Anthony Judson Lawrence es un abogado que desde una condición social humilde logra ser uno de los grandes abogados de Philadelphia.

Esta película fue dirigida en 1959 por Vincent Sherman, uno de esos cineastas desconocidos y eficaces de 3ª línea del Hollywood dorado que aquí logró su mejor film. Logró 3 nominaciones a los Oscar al mejor vestuario, fotografía y a la interpretación secundaria de Robert Vaughn. Todas estas candidaturas eran muy merecidos ya que la película tiene una factura impecable, coherente con un actor protagonista que era una estrella radiante en cada plano. Paul Newman era la escultura apolínea, perfecta en todos los detalles, pero además lograba transmitir la credibilidad y humanidad de otras estrellas consagradas como Gregory Peck, Henry Fonda o Gary Cooper.

La película es larga y tiene una estructura dramática bastante original, melodramática y sorprendente para el espectador. A lo largo de los 135 minutos de metraje la historia está llena de tramas secundarias de interés, además de giros y diálogos inteligentes. Un clásico aún radiante con casi 60 años de vidas bastante relegado en las cronologías de la Historia del Cine.

Calificación: 8



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