Un verano intenso pero ya estoy volviendo. Quedan 3 semanas para el Festival de Cine de San Sebastián que este año tiene buena y variada pinta. Por primera vez una peli de animación se presenta en la sección Oficial, llega la última de Amenábar que recuerda mucho a True Detective, la primera temporada claro, la de Vince Vaughn es... otra cosa.
También he aprovechado echar un vistazo a alguna película como Furious 7 de un irreconocible James Wan. 1500 millones de dolares ingresados en una historia que da vergüenza ajena. Se salva el colosal plano secuencia inicial de Statham, luego ya empeza el videoclip de más de dos horas machistas con chicas en lencería al ritmo de mangerazo y Dj Tiesto. No esperaba Centauros del Desierto pero sí al menos Los mercenarios 2. Ni de lejos.
Y Matar al mensajero, otra de esas grandes historias destrozada por un último tercio desastroso (y una Paz Vega que da pena verla en personajes tan bajunos). Pero aún más decepcionante me resultó El francotirador, un guión reiterativo y gris de una historia fascinante. Lástima. Así que la noticia del verano ha sido la resurreción de Pixar con Inside Out, a punto de llegar a los 700 millones de dólares en taquilla.
¡Por fin lo he encontrado! Después de años durmiendo con el eco somnífero del tiburón blanco, el ornitorrinco zurdo y el escarabajo diábetico, este documental francés me ha tenido en vilo más de hora y media. Sobra el agotador final greenpeace de que los hombres somos malos, muy malos, depredadores sin alma que destrozamos el planeta, la fauna marina, aérea y terrícola. Todo a la vez. Nada que ver con el tiburón blanco, el oso polar o la medusa gigante que al parecer son pacíficos e inofensivos animales que se dedican a repartir flores y palomas blancas a los depredadores humanos.
Pero el resto está muy bien, la fotografía es maravillosa y la música de Coulais (Los chicos del coro) es un delicia. Imprescindible verlo en pantalla grande.
Nunca me olvides es una novela de Kazuo Ishiguro (Lo que queda del día), cuya adaptación al cine cuenta con muchos alicientes. En primer lugar el director es Mark Romanek que en su anterior película (Retratos de una obsesión) demostró un grandísimo talento visual y una admirable habilidad para dirigir a un soberbio Robin Williams.
Nunca me olvides cuenta la vida de tres adolescentes en un mundo en el que la ciencia lo controla todo por medio de cuidadores y donantes.
Por si fuera poco la película está interpretada por Carey Mulligan (An education, Wall Street 2), Andrew Garfield (Leones por corderos, La red social) y Keira Knigthley y Charlotte Rampling. La música es una de las mejore composiciones de Rachel Portman (Smoke, La habitación de Marvin, La leyenda de Bagger Vance).
La película es de esas que hay que ver en momentos muy concretos de la vida porque hay que estar preparado para un torrente de emociones y amarguras. Pero es una obra de arte del primer al último plano. Un arte que refleja hasta donde puede llegar la melancolía.
Cuando uno deja de viajar al menos una hora diaria en el Metro de Madrid suceden dos tragedias:
1º) Deja de leer 2º) Comienza a engordar. Y e una pena. Pero el glorioso verano de este año en Coruña (con un sol radiante y brisa marina desde hace casi 4 meses que hace suponer la llegada del Fin del Mundo), me está dejando tiempo para disfrutar con un libro que ya está en la lista de los top ten junto Guerra y Paz, Peter Pan, Crimen y Castigo, La potencia de uno, Último encuentro o Señora de rojo sobre fondo gris.
Requiem por Nagasaki todavía no tiene película pero la merecería. La historia de Takashi Nagai, un médico japonés converso al catolicismo en medio de algunas de las mayores tragedias del trágico siglo XX (Guerra chino-japonesa, II Guerra Mundial, la bomba atómica) es una verdadero tratado sobre la bondad humana y espiritual en medio de la barbarie. En poco más de 200 páginas hay amor, acción, dramatismo, lírica, aventura, crueldad, santidad, la historia de hombres que se creyeron demasiado grandes y quisieron imitar a un Dios destructor... Y por encima de todo la historia de un hombre que se enamoró del Dios creador que dejaba a las criaturas ser libres en lo bueno y en lo malo. Todo contado con una naturalidad y una belleza nipona que sabe sacar lo mejor por medio de las sugerentes metáforas.
Un buen director sería un Zhang Yimou o un Wong Kar-Wai en sus buenos momentos. Con fotografía de Christopher Doyle o Emmanuel Lubezki y un compositor como el líder de World's End Girlfriend, Katsuhiko Maeda, curiosamente natural de Nagasaki y creador de la música de la imprescindible Airdoll de Hirokazu Koreeda,Liu Tong (Ciudad de vida y muerte) y especialmente el músico habitual de Hayao Miyazaki (Joe Hisaishi). Aunque también Thomas Newman, por salir de Oriente, también hizo un estupendo trabajo en El laberinto rojo.
Para el guión me cuesta más decidir porque Paul Haggis (Million Dollar Baby), Peter Morgan (Las Hermanas Bolena) o Steven Zaillian (La lista de Schindler) llevan una época de demasiados altibajos.
Por ahora os dejo con música inspiradora de esta novela necesaria y un documental para entender mejor el horror de la historia de Nagasaki y la esperanza contra todo pronóstico de este gran médico.
Decían los chicos de Mecano que "los recuerdos son mentira y que inundan la razón". Quizás tengan razón. Pero aún así, cada vez que tengo que sufrir algunos minutos de series actuales dirigidas al público infantil no puedo dejar de pensar: ¡Pobres niños!
Antes teníamos Dragones y mazmorras, El inspector Gadget, Scobby Doo, Fragel Rock, Campeones, Érase una vez la vida, Marco, Willy Fog (que cantaban los chicos de Mocedades maravillosamente), Heidi... Y las que podías ver con cierto uso de razón: El Gran Héroe americano, el coche Fantástico, Fama, el Equipo A, Padres Forzosos, el show de Bill Cosby, Alf...
Y ahora que tienen doscientos mil canales en tdt, antena parabólica y demás, lo que ven es Telettubies, Lunnis, Gormitti... y para de contar. ¿No es curioso que en la era dorada de las series de televisión y el cine de animación, los niños del siglo XXI tengan una variedad tan escasa y de una calidad tan limitada?
Hace 5 años justamente, cuando andábamos celebrando el Mundial, escribí este post sobre una de las mejores películas veraniegas de los últimos años. Hoy he vuelto a verla, y la fórmula sigue funcionando.
Noche y día es la última película de James Mangold (El tren de las 3.10) y una de los mejores guiones de los blockbuster de los últimos años. Una comedia de acción de muchisimo talento e ingenio en cada uno de sus múltiple giros.
Es tan buena que hasta le perdonas que localicen los San Fermines en Sevilla (la escena es tronchante como pocas). El flechazo de Tom y Cameron en el avión es una escena pletórica de ritmo, guión e interpretación.
Noche y día es una de esas pelis en las que no miras el reloj y sales con ganas de que el cine, entre otras cosas, no se olvide de regenerar neuronas. Y ya de paso si logramos que el protagonista de Misión Imposible se ría de sí mismo hemos metido el gol fuerte y por la escuadra. Calificación: 8
Generalmente aconsejo series, pero también recibo sugerencias que en algún momento suelo hacer caso. The last ship era uno de esos títulos que salía con cierta frecuencia hablando de televisión. Que si era una serie bien producida, trepidante, adictiva... La verdad es que intenta ser algo así, pero no lo logra ni de lejos. Al menos para mí. Esta serie de G.I.JOE que intentan salvar el planeta de una pandemia global tiene a Michael Bay (Transformers, The Black Sea) como productor ejecutivo, y eso no se supera fácilmente.
Los diálogos son de traca y la interpretación de los actores de "hombres y mujeres de anuncio de desodorante en posición MUY PREOCUPADOS" es de lo peor que he visto en tele en muchos años. ¡Y ojo, que ví algunos capítulos de una serie protagonizada por Lydia Bosch y Miguel Ángel Muñoz!.
Que el argumento esté muy trillado es lo de menos. The Walking Dead o La carretera son obras maestras y hablan de lo mismo. Pero no tienen uno diálogos imposibles de creer, involuntariamente autoparódicos (hay veces que a uno le da la sensación de estar viendo una escena de Top Secret o Agárralo como puedas). Ya ni digamos la credibilidad de lo que se cuenta. Esa mujer que en medio del colapso mundial dice: "Ahora me acuerdo de mi novia, ibamos a ir juntas a París". Esa línea de guión lo tiene todo: cliché, cuóta de lobby, entonación postiza, interpretación autómata de un personaje autómata...
Como la atracción no para de hacer loopings a más de uno el mareo le gustará. Yo lamento que la serie no sea decididamente cómica, porque entonces sería buenísima.
El trailer de promoción sintetiza perfectamente el engolado tono de una serie plagada de escenas y personajes que se autoescuchan con una admiración ridícula.
Disfrutando de una noche coruñesa de mantita y fresco, ayer descubrí una película estupenda. Nunca es demasiado tarde es la historia de un hombre que prepara los funerales de las personas que mueren sin que nadie les eche de menos. Es una historia pequeña que te deshace desde el primer minuto. Probablemente no haya nada más duro que pensar que nadie acudirá a tu entierro. Que nadie tendrá la necesidad de despedirse de ti. Por eso el protagonista de esta película resulta tan conmovedor y profundamente humano.
Eddie Marsan, un actor londinense que definitivamente ha dado el salto a personajes protagonistas, hace una recreación muy difícil; apenas expresa con su rostro, sus palabras... Pero esa contención es muy significativa. Él soporta todo el peso de una película perfectamente medida en sus silencios, miradas, apuntes musicales (otra gran banda sonora de la últimamente descuidada Rachel Portman). La criada de Downton Abbey (Joanne Froggat) tiene un personaje complementario muy pequeño pero perfectamente retratado.
Una de esas película diferentes que hay que recuperar necesariamente en DVD.
La idea de un hombre inmortal que resucita cada vez que muere tenía muchas posibilidades, pero cuando no hay un buen guión ni un actor en condiciones todo es muy difícil. Mathew Miller ha creado varias series y ninguno ha llegado a buen puerto (666 Park Avenue, Los 100, Chuck). Algo parecido le sucede al protagonista de Forever, Ioan Gruffudd, un actor que no convence en su intento de ser una especie de doble de Robert Downey Jr (basta ver su aportación en las estúpidas versiones de Los cuatro fantásticos).
Esta serie de ciencia-ficción con bastante intenciones cómicas se pasa de lista. Me recuerda a Elementary, una serie sobre Sherlock Holmes realizada con mucho menos talento que la protagonizada por Benedict Cumberbatch. En Forever también hay personajes estereotipados y situaciones estiradas que hacen que la trama sea muy previsible, los gags tengan un humor muy evidente y los personajes sean muy poco interesantes.
Es lo de siempre; cuando hay presupuesto pero no hay ingenio en el guión hay poco que hacer. Y más cuando la temporada se alarga hasta los 22 capítulos y la picaresca se confunde con la zafiedad. Que Forever no haya renovado por una segunda temporada no me parece extraño, aunque ahora mismo podría decir 10 o 15 títulos que me tampoco merecerían renovación y van por una 3ª o 4ª temporada.
Como casi siempre las redes sociales han vuelto a intentar engañarnos con una oleada masiva de tuits de fans que parecen haber perdido el sentido de su vida con la cancelación de Forever. No me creo casi nada de Internet y menos lo que piden esos sospechosos tsunamis tuiteros. No hay que perderse la despedida de Ioan Gruffudd a los huérfanos seguidores de la serie.
Por lo menos han intentado darle una vuelta de tuerca ingeniosa a este Terminator 5 (que en realidad sería -1 porque es precuela). Y eso ya es algo. Estamos hartos de estiramiento de sagas y de readaptaciones de la readaptación y, quizás por eso, mis expectativas ante esta nueva película del robot inmortal eran casi nulas. Aún recordaba el sueño que me provocó la chillona Terminator Salvation que me pareció un muermazo considerable.
El director de esta precuela es Alan Taylor (el director de Thor 2 y bastantes capítulos de Juego de Tronos) y entre los guionistas está la temible Laeta Kalogridis (Guardianes de la noche, Alejandro Magno, Shutter Island, El guía del desfiladero). La sucesión de persecuciones, peleas y gags sobre el abuelo Arnold son constantes y nada nuevo que no hubiésemos visto en Terminator 2 hace más de dos décadas, pero al menos al parque temático le han incluido nuevas atracciones y el reparto está bastante bien.
Si uno no exige demasiado la película resulta entretenida y deja bien atada la historia a modo de prólogo. Supongo que hará dinero, pero no creo que llegué a acercarse a los 1000 millones de dólares.
Lo han vuelto hacer. Ingenio y emoción en grado absoluto. Escenas para reír y para llorar. Peter Docter (Up) ha devuelto a Píxar el podio de la genialidad en el que llevaba dos décadas instalados con descansos muy puntuales. La historia de una adolescente que ve como la vida se vuelve cada vez más confusa con la lucha sin tregua entre 5 personajes internos es una de esos argumentos que juegan con fuego. Y en este caso el fuego no quema, sino que hace brillar a cada una de los deliciosos personajes con un guión desbordante de talento y un diseño de animación simplemente genial (en este sentido el personaje de Tristeza es sublime).
Dudo que no sea la película del verano, aunque es verdad que puede que los más pequeños se pierdan un poco en la original trama. Pero Inside Out no se merece sólo eso. Ya es hora de que Píxar se lleve una Palma de Oro, un Oscar a la mejor película, un Leon de Oro o un Oso de Plata. No sólo saldrá ganando Pixar, sino más bien el Festival que reconozca que esta productora está haciendo avanzar el cine a una velocidad de vértigo.
P.D: No se pierdan el cortometraje Lava, una vez un aperitivo sensacional para otra obra maestra.
Sin tener fútbol (lo de la Copa América es un pufo y de madrugada que no os engañen) el cine se pone en primera fila. Un sitio fresco y una oferta variada de películas. De lo más reciente que he visto en pantalla grande os aconsejo o no 4 películas
1º) Lejos del mundanal ruido. Buena historia, actores fantásticos (el otro día leí que Carey Mulligan es la peor actriz de su generación... ¡Increíble!). Claramente es una película que merece la pantalla grande. La música de Craig Armstrong es maravillosa y Thomas Vinterberg hace un trabajo de planificación elegantísimo. Y la canción que canta la propia Carey es bellísima.
2º) Jurassic World: Sólo por ver a un militar norteamericano mirar a los velocirraptores desatados mientras comenta "¡Si hubiésemos tenido unos cuantos de estos en Afganistán!, ya hubiese valido la pena pagar una entrada. La película ya ha superado los 1000 millones de dólares en taquilla. Y seguirá arrasando. Le falta un par de vueltas al guión para que la película sea redonda, pero hay que reconocer que es un entretenimiento muy logrado.
3º) Ahora o nunca: Menos zafia de lo que me imaginaba, pero también menos divertida. La evolución de los personajes es muy desconcertante y, aunque empieza y termina muy bien, en el medio hay mucha hojarasca. Muy lejos de 8 apellidos vascos en casi todo, pero funcionará bien en taquilla.
4º) Tomorrowland: De Brad Bird me esperaba otra cosa. Aburrida y caótica, con unos diálogos que no tienen cordura ni ingenio desde el primer minuto. El personaje de George Clooney es de lo peor en mucho tiempo que le he visto a este coloso de la interpretación moderna. Y los 135 minutos de metraje me resultaron eternos.
Con Isabel Coixet no tengo término medio: o me entusiasma o me enferma. Admiro mucho los riesgos que asume, pero temo sus consecuencias. Sobre todo en sus largometrajes. En los anuncios, trailers y cortometrajes suele contener la enorme capacidad sentimental de sus relatos. En este cortometraje extraído de la película Paris je t´aime, Coixet incluye además su particular sentido del humor. Un elogiable reírse de su propio cine...
Leo con asombro que Grimm tendrá 5ª temporada. Aunque en sus comienzos prometía ser una serie más o menos entretenida, el paso de las interminables temporadas (22 capítulos cada una) demostró que estaba muy lejos del cine y la televisión que han rejuvenecido cuentos clásicos con mucho arte.
Las 3 versiones de Blancanieves (la de Pablo Berger, la de Julia Roberts, la de Charlize Theron), Maléfica, La princesa prometida, las primeras de Shrek... Todas ellas han aprovechado las vueltas de tuerca a los cuentos de toda la vida con un talento notable. También hemos visto desperfectos como la última versión de La bella y la bestia o la psicodélica Hansel y Gretel, y las insípidas y desnortadas caperucitas rojas de Catherine Hardwicke y Kenneth Branagh.
Y en un puesto de honor está una serie estupenda que no deja de dar vueltas y sorprender: Once upon a time, que acaba de estrenar la 4ª temporada y ya ha confirmada una 5ª. Mientras tanto Grimm se queda en tierra de nadie. La historia de una saga (los Grimm) que ven lo que otros no ven (en este caso los monstruos que adaptan formas humanas) no acaba de enganchar a pesar de persecuciones, peleas y efectos especiales. Y es que cuando falta la magia del guión no hay cuento que valga, y aquí la narrativa, los diálogos y personajes dejan mucho que desear.
Para empezar es asombroso que se confíe tanto en David Giuntoli, un actor tan soso que resulta agotador como personaje principal. Pero tampoco hay que cargarle con toda la responsabilidad; hay secundarios como Silas Weir o Reggie Lee que en Prison Break resultaban muy atractivos en su locura/maldad y aquí son totalmente indiferentes.
No hay más que ver el nombre de los tres creadores para entender el problema principal de la serie. De todo lo que han hecho hasta llegar a Grimm Stephen Carpenter, David Greenwalt y Jim Kouf es difícil destacar algo reseñable: De ladrón a policía, El jefe, Escapando de la oscuridad, Las albóndigas en remojo, Operación Elefante, ¡Qué mal te lo montas, tío! o las series Ángel y Jake 2.0.
Y Grimm, aun siendo posiblemente lo más correcto que han hecho hasta ahora, no es más que una serie que ocupa horas y horas en la parrilla. Al menos no es una serie ofensiva aunque tenga escenas violentas. Y tiene su público. Allá él. Conmigo no cuenten. Para descubrir el monstruo que hay en mí prefiero volver a ver esa deliciosa e incomprendida obra de arte de Spike Jonze titulada Dónde viven los monstruos.
Con el calor las noches se hacen más largas y el cine clásico es un buen recurso para que no nos importe perder sueño. Siempre nos quedará una obra maestra a mano que nos permita sobrevivir. Y Con la muerte en los talones es una de ellas. Pasan los años y cada vez es más moderna, divertida y trepidante. El reportaje de TCM está a la altura.
Es el lugar del mundo con mayor coeficiente intelectual de la Tierra y HBO ha decidido dedicarle una comedia peculiar. Los sucesores de Steve Jobs y Bill Gates son una fauna que da mucho juego. Asociales, adictos a pastillas y dietas surrealistas, estos cerebritos son los peores enemigos de seres mismos.
El protagonista es Richard Hendricks (muy bien interpretado por Thomas Middleditch, uno de los secundarios habituales en televisión), un superdotado universitario a punto de abandonar los estudios. Con su cara ladeada, su barba de 3 días y sus caóticos rizos rojos hacen de él un perfecto ejemplo del anti-carisma. Pero su último invento, la aplicación El flautista de Hamelin, promete ser un éxito mundial.
Silicon Valley tiene un presupuesto importante para ser una comedia y se nota en las localizaciones: edificios y calles informatizados, coches innovadores, decoración minimalista a juego con la moda Apple... Allí habitan los genios y sus mecenas; esos buitres carroñeros capaces de sacarte los ojos con su mejor sonrisa de "confía en mí; sé como hay que tratar a los seres humanos". Erlich Bachman (T.J.Miller) ocupa el podio de honor de los chupópteros de Silicon Valley. No es muy inteligente ni muy simpático pero tiene la seguridad en sí mismo que le convierte en un ser necesario en este parque temático.
Los creadores de esta serie son los cómicosJohn Altschuler, Mike Judge y Dave Krinsky, responsables de series como El rey de la colina y películas como Patinazo a la gloria. Aquí realizan su mejor trabajo como guionistas con ingenio y mala uva, aprovechando un plantel de actores que saben hacer reír siendo especialmente serios. En algunos capítulos, y especialmente en algunos personajes, son demasiados zafios, pero está claro que de HBO no esperábamos otra cosa. Aún así hay que reconocer que al menos esta comedia no es tan monotemática como otras (New Girl, Episodes, Dos hombres y medio). Silicon Valley es una inmersión hábil en ese mundo tan influyente de Palo Alto. Sin embargo, la serie no llega a entusiasmar. Diciéndolo en pocas palabras, ni es tan divertida como The Big Bang Theory, ni tan inteligente como La red social. Es llamativo que las temporadas sean tan cortas: 8 o 9 capítulos. Y es que siendo una serie que se deja ver no acaba de enganchar por los continuos altibajos de ritmo e ingenio. Aún así dentro de poco se estrenará la tercera entrega.
Me encantan las películas claustrofóbicas.La cabina, Buried, Última llamada, La soga... Y desde ayer, Locke. Tom Hardy viaja a un lugar que desconocemos en las afueras de Inglaterra. Con llamadas de teléfono intenta no desconectar del todo de un planeta del que parece querer alejarse. El guión y la dirección de Steven Knight (escritor de películas tan impecables como Promesas del este o Amazing Grace) es muy hábil poniendo en primer lugar el personaje por delante de la interesante trama.
Locke demuestra que cuando hay algo que contar todo es mucho más fácil. Y esta película habla de filiación, las consecuencias de los actos, la felicidad de lo cotidiano, el determinismo como excusa y la determinación como solución para los valientes. Y Tom Hardy está estupendo, especialmente en versión original, con un rostro que dice mucho conteniendo las lagrimas y la respiración, o mirando a una carretera que parece interminable.
Este compositor polaco de 60 años es conocido sobre todo por sus trabajos con algunos compatriotas como Agnieszka Hollland (Europa, Europa y El jardín secreto) y Krzysztof Kieslowski (Decálogo, La doble vida de Verónica, Azul, Blanco y Rojo).
Sin embargo, también compuso alguna banda sonora muy poderosa en Hollywood como la de Cuando un hombre ama a una mujer (una peli que tenía algunos buenos momentos y que sirve para recordar cuando Meg Ryan era actriz...).
Han pasado los años y Preisner no ha podido mantener el nivel de las películas anteriormente citadas. Pero probablemente aún le quedan 3 o 4 bandas sonoras geniales por componer. Y quizás un Oscar que haga justicia (por ahora sólo ha sido nominado a los Globos de Oro en las dos ocasiones en que perdió: Jugando en los campos del Señor y Azul). Como todos los grandes compositores es imposible imaginar Rojo o El jardín secreto sin su música.
Siempre se ha tenido la convicción de que el cine de superhéroes es el máximo exponente del cine palomitero del siglo XXI. El 3D, el Imax o las butacas que se mueven al ritmo de Iron Man son elementos concretos del cine como atracción. Ése que según Spielberg y Lucas es el único que sobrevivirá el paso del tiempo.
Hasta ahora las series de televisión no habían logrado el éxito deLos vengadoreso el prestigio de El caballero oscuro. Pero ha llegado Daredevil... Curiosamente un personaje maltratado por el cine con una versión muy olvidable protagonizada por un Ben Affleck en horas bajas (2003), y que en televisión es interpretado por un crecido Charlie Cox (Encontrarás dragones, Hello Carter, Moby Dick).
En esta serie creada por el ingenioso Drew Goddard (director y guionista deesa locura genial titulada La cabaña en el bosque) que produce Netflix, hay drama, historia y personajes que hacen algo más que pelear con una coreografía digna de un gran musical. Los créditos de la serie, el uso de los colores matizados en la fotografía, las localizaciones, los diálogos de ida y vuelta resumen una serie grande, la mejor de superhéroes hasta la fecha, bastantes lejos de sus loables perseguidoras (Gotham, Arrow,The Flash).
Desde las primeras escenas del piloto (esa larga confesión del protagonista) al espectador le queda claro que no ha entrado en otro parque temático de velocidad frenética y argumento prototípico. Es una serie que se toma su tiempo, deja cabos sueltos y mide bien los tiempos de un argumento que tardará en aclararse. Dudo que a Nolan no le haya entusiasmado, hay mucho de sus mejores películas en cada uno de los episodios.
El éxito de la primera temporada de la serie ha llevado a la confirmación de una segunda sesión que llegará en 2016.
Tengo un amigo que intenta convencerme de que la comedia americana actual podría competir con la de los años 40 y 50. Por ahora no ha conseguido grandes avances. Creo que el principal problema es que más allá de la inventiva de los guiones (que en mi opinión disminuye por momentos), el problema es que a los Jack Black, Owen Wilson, Vince Vaughn, Sandler, Stiller y Carrey les haría falta unos cuantos valium. Mientras tanto creo que la distancia con los Stewart, Grant ó Fonda es infinita.
Las chicas están mejor. Aunque hay ejemplos igualmente irritantes (como Zellweger), otras actrices como Cameron Díaz(Algo pasa en las Vegas), Julia Roberts (Nothing Hill) ó Sandra Bullock(Mientras dormías, La proposición) suelen estar brillantes.