Este director francés utiliza imágenes de la Sagrada Escritura como el sacrificio de Isaac, representado en la película en un cuadro de Caravaggio que el protagonista tiene colgado en su habitación. La historia se centra en diálogos que van a la esencia de realidades trascendentes: Dios, creación, belleza, filiación. Una vez asimilado el estilo del director resulta fácil entrar en el alma de los personajes y percibir los detalles y la grandeza de su humanidad en contacto con lo sobrenatural.
El cine en búsqueda de los trascendentales ya tiene una nueva obra maestra en su catálogo. Una reciente y tan renovadora como Converso de David Arratibel, Disparando a perros de Michael Caton-Jones, Verbo de Eduardo Chapero-Jackson, El árbol de la vida de Terrence Malick, Maktub de Paco Arango y De dioses y hombres de Xavier Beauvois. Estos directores, junto el maestro Mel Gibson y sus tres maravillas sobre el Creador y las criaturas (El hombre sin rostro, La Pasión de Cristo y Hasta el último hombre) siguen confiando en el cine como la máxima capacidad de expresión del ser humano que mira hacia Dios.
Calificación: 9
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