Lo que se comentaba de Baby Driver era muy atractivo. Película divertida y original con buena música, persecuciones, caras nuevas y actores de prestigio. En la línea de últimos divertimentos redondos como Operación U.N.C.L.E., Noche y día o Kingsman. No llega a tanto, aunque tenga giros vistosos.
Tengo sensación de que el británico Edgar Wright acaba de filmar su mejor película, a pesar de que tenía títulos irregulares con momentos de buena comedia como Arma fatal o Bienvenidos al fin del mundo. Ansel Elgort (Bajo la misma estrella, Divergente) interpreta a un jovencísimo y peculiar delincuente que nunca se desprende de sus auriculares y su walk-man. Como fuente de inspiración huye a toda la velocidad de la policía mientras escucha música seleccionada para la ocasión. En el resto de la banda de ladrones destacan tres actorazos Jon Hamm, Jamie Foxx y Kevin Spacey. Y aquí empiezan los problemas. Mientras que Ansel Elgort se lleva los mejores momentos y las frases más redondos al resto del grupo le falta chispa y la película queda así bastante descompensada.
Por otra parte la música que debería ser vibrante no acaba de funcionar en muchos momentos. Hay demasiadas canciones y escenas que te dejan frío y el ritmo decae en una historia que necesitaba más trepidación e intensidad. Tampoco la historia de amor acaba de arrancar entre la camarera (interpretada por Lily James, vista en Guerra y Paz, Cenicienta y Downton Abbey) y el joven delincuente. El desarrollo de esta trama secundaria es previsible, insípida y demasiado forzada.
De esta manera queda una película más trabajada que la mayoría de ese estilo pero que no llega a fascinar como debería.
Calificación: 6,5
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