La última vez que sucedió algo así en San Sebastián fue en 2009 con la película china de Lu Chuang Ciudad de vida y muerte. Una de esas obras maestras que te retuercen de dolor mostrándote la versión más cruel del ser humano aliviada por destellos de ternura y esperanza.
No es una película para ver en cualquier momento. La catarsis que provoca esta obra de arte es tan radical que uno tiene que estar dispuesto a echarse cuerpo a tierra y que le caigan bombas y cadáveres para finalmente resurgir de las cenizas de la historia.
Sólo la música de Liu Tong valdría la pena para ver esta película de producción imponente a pesar de contar un presupuesto realmente ridículo de 12 millones de dólares.
Alguno la han comparado con Spielberg y Salvar al soldado Ryan... Con todos mis respetos, a mí éste retablo del dolor oriental me parece mejor película, más completa y especialmente mejor escrita. Pero no tengo ninguna duda que Lu Chuang admira mucho el cine del Rey Midas de Hollywood.
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