En el último Festival de Cine de San Sebastián a propósito de la última película de Bille August (Silent heart) dos críticos de cine me aconsejaron una película anterior del director danés: Las mejores intenciones. Los dos coincidían en que era una verdadera obra maestra. Y por fin ayer comprobé que tenían razón.
Ganadora de la Palma de Oro en Cannes a la mejor película y el premio a la mejor actriz para Pernilla August (una actriz muy grande desgraciadamente conocida por participar en las últimas de Star Wars) tiene un guión magnífico de Ingmar Bergman, y una música melancólica sensacional del sueco Stefan Nilsson.
Las mejores intenciones es una verdadera belleza. La composición de planos es primorosa, con una utilización del paisaje y de la decoraciones de interiores que desvela un talento visual que hacen que el generoso metraje (casi tres horas) no sea un problema, sino un regalo. Agradezco especialmente que la película tenga más oxígeno del que Bergman suele dejar al espectador con sus historias habitualmente traumáticas.
La película tiene 23 años pero se mantiene joven y fuerte, quizás ya se pueda decir que es uno de los clásicos de final de siglo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario