Estoy en medio del Festival de Cine Español de Málaga y tengo la costumbre de desconectar un día e irme al cine como una persona normal. Hace años vi así Más allá de la vida de Clint Eastwood, que a Alberto Fijo le gusta más que a mí. Ahora he visto una que he disfrutado como me advirtió Alberto.
Hay que hacer a Simon Curtis Lord de Inglaterra. Cuánto antes. Ya merecía veneración su trabajo en Mi semana con Marylin (ahí nació el Eddie Redmayne que ahora entusiasma). Y con La dama de oro vuelve a desbordar estilo, inteligencia y una sencillez artística que sólo tienen los que en su día llamaron artesanos y acabaron siendo clásicos. Richard Brooks, King Vidor, Cukor...
La dama de oro es como la película de Marylin; un pequeña historia que se hace grande al contarla con un talento descomunal. Si además la música la compone Hans Zimmer uno de esos días que decide a hacer algo diferente, y se cuenta en el reparto con Helen Mirren y Ryan Reynolds, el éxito está asegurado. Pero no hay que desmerecer el trabajo del gran Simon Curtis, la elegancia británica por excelencia detrás de la cámara.
Creo que La dama de oro les gustaría mucho a dos de mis escritores favoritos: Sandor Marai e Irene Nemirovski. Es una película en la que el paso del tiempo remueve y conmueve recuerdos con el tono que utilizaban estos dos grandes novelistas. Ese baile metafórico está rodado como sólo un verdadero artista sabe hacerlo.
Además esta película hace aún peor una de las películas más fallidas de los últimos años: Monuments Men. Con el 10% de esa historia Lord Simon Curtis hace una verdadera obra de arte que además es muy amena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario