En la ceremonia de los Oscar de 1962 coincidieron Ingmar Bergman y Luis García Berlanga en el sprint final por el premio a la mejor película extranjera con Como en un espejo y Plácido, respectivamente. El director sueco ya había sido premiado el año anterior por El manantial de la doncella, mientras que Berlanga llevaba la segunda película española a los Oscar (cuatro años antes, Juan Antonio Bardem había sido nominado por La venganza; un premio que finalmente se llevó Jacques Tati por Mi tío)
Hace unos días pude ver la película con la que Bergman ganó Berlanga; un drama intimista y psicológico que conserva esa amargura y soledad que caracterizó la obra del cineasta y dramaturgo de Upsala (Suecia). Destacan la perfección en la composición de los planos, el reparto y la fotografía, pero el guión y el tono han envejecido más que en otras obras maestras del cineasta sueco como Fresas salvajes o Fanny y Alexander.
Calificación: 8
El paso del tiempo ha sentado mejor a Plácido, una comedia navideña muy negra y ácida, pero con una maestría en las escenas corales, los diálogos y el ritmo que sigue siendo admirables. Berlanga no volvió a ser nominado a los Oscar, y el cine español tendría que esperar otras dos décadas hasta que Garci obtuviese la preciada estatuilla por Volver a empezar.
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