Con gran parte del cine de animación norteamericano de la última década me pasa lo mismo: aguanto 30 minutos. La velocidad de diálogos y situaciones, los gags, la aparición de canciones pegadizas, todo parece brillante pero con el paso del tiempo te das cuenta que es hueco y sin ningún sentido. Y eso NO pasa en casi todas las de Pixar (menos Cars y Monstruos University), en las obras maestras de Miyazaki o Dreamworks (The Croods, El principe de Egipto o Cómo entrenar a tu dragón). Y tampoco sucede en Frozen. Ni siquiera en Trolls, que es muy sencilla pero tiene ingenio y ritmo que no decae.
En todas estas grandes películas hay algo que conmueve, que hace que los personajes te importen. En Zootrópolis hay muchos momentos brillantes, pero la película se muere por momentos y al final sólo queda en unos cuantos chistes y una pegadiza canción de Shakira. Y en 1000 millones de dólares en la taquilla mundial.
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