Todos los comentarios eran muy positivos en twitter y el trailer de promoción era muy atractivo. Después de ver los 8 capítulos de esta primera temporada de Stranger Things de los hasta ahora casi desconocidos hermanos Duffer, tengo que reconocerlo; es una serie fantástica. Una actualización magnífica del espíritu de la Ciencia-Ficción y cine de aventuras de los 80 que lograron Lucas, Zemeckis, Joe Dante o Tobe Hopper con el patrocinio del maestro Spielberg.
Lo que logró Pau Freixas con Héroes, o J.J. Abrams en cierta medida con Super 8, lo han magnificado estos dos mellizos nacidos en California en 1984. La variedad musical (electrónica, clásica) mantiene su personalidad al no acercarse a las sinfónicas, tan trilladas, de John Williams. Aparte de las brillantes apariciones de canciones de Moby, Peter Gabriel o Joy Division, la banda sonora de los primerizos Michael Stein, Kyle Dixon mantiene viva la magia de la historia y el ritmazo narrativo de las escenas.
Y es verdad que hay lugares comunes con Exploradores, Cuenta conmigo, Los Goonies, E.T. o Poltergeist, pero no es un simple remake. La mayoría de los personajes tienen su interés, entidad dramática y sentido del humor. Todo combinado con una inocencia juvenil y una defensa de la honestidad que no resulta ñoña sino entrañable. Hay amistad verdaderas, conflictos familiares y diferentes procesos de madurez que hacen que la serie crezca hasta un capítulo final apoteósico.
El elenco de actores es natural y creíble, un grupo heterogéneo en el que hay muchas caras nuevas y rostros muy reconocibles como Winona Ryder o Mathew Modine, que les viene muy bien recuperar el prestigio que tuvieron hace décadas.
La mezcla de actores Sólo sobra una concesión al sexo inmediato, criticado en la serie, pero innecesariamente explícito. Por lo demás Stranger Things entretiene, emociona y recuerda al cine que nos hizo volar en bicicleta, conectar musicalmente con alienígenas o descubrir el Santo Grial.
Calificación: 8,5
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