Andrew Jarecki es de esos directores que han nacido para fondear en las cloacas más desagradables del ser humano. Sus personajes son solitarios, locos, taumatizados, asesinos. Y todos ellos reciben de este director un trato distante que hace que sus películas y series documentales sean tan incómodas.
En el año 2004 fue nominado al Oscar por el documental Capturing the Friedman; un análisis en profundidad del caso real de una familia en apariencia convencional y feliz que en un instante se convierte en una tribu depredadora hacía sí misma.
En 2010 presentó Todas las cosas buenas, una película de difusión minoritario basada en un caso real y con un reparto de campanillas. Ryan Gosling, Kirsten Dunst y Frank Langella. De nuevo una historia maravillosa, un amor feliz, un matrimonio rico esconde una historia imprevisible de insatisfacción vital.
Años después de la distribución de esta película, el personaje real en el que se basa la historia llamó a Jarecki y le dijo que quería contarle su verdadera historia. Esa que no habían llegado a saber ni entender los cientos de reportajes y artículos periodísticos escritos sobre él. Sólo Jarecki se había acercado bastante a lo que le había pasado. De aquí surgió The Jinx, ganadora del Emmy a la serie documental y uno de los experimentos más interesantes que he visto en televisión en los últimos años.
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