Cuando Steven Spielberg termine su carrera podrá presumir de haber ganado más dinero que nadie y tener menos premios que muchos. Lo que está claro es que será considerado uno de los más grandes directores de una generación por muchos motivos. Uno de ellos es El puente de los espías.
La última película del director de E.,T. tiene un guión perfecto de los hermanos Coen, con un sentido del ritmo y una planificación tan esmerada que puede pasar desapercibida. Me explico; Spielberg pone la cámara buscando que el espectador se olvide de ella y se centre en la historia. No hay barroquismo estilístico, planos-secuencia de 50 minutos o un montaje estridente. Eso ya lo hizo en El diablo sobre ruedas.
La película dura casi dos horas y media pero el tiempo está muy ajustado a una historia compleja muy bien explicada e interpretada con elegante sencillez. Tom Hanks está como siempre y por eso ya no le nominan. Una lástima. Por esa regla de 3 nunca le habían dado a Henry Fonda el Oscar por En el estanque dorado. Al fin y al cabo hacía lo de siempre.
Aunque tiene 6 nominaciones a los Oscar (película, actor secundario, guión original y música de Thomas Newman) El puente de los espías tiene todas las papeletas de no ganar ninguna estatuilla. Pero ya es un clásico del cine que ha dado 160 millones de dólares (costó 40).
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