Volví a ver Gravity hace unos días. Ya sin 3D, sonido envolvente, y el Victoria Eugenia lleno a rebosar de críticos conscientes minuto a minuto de que estábamos viviendo un momento histórico. En el momento en el que Sandra Bullock y George Clooney admiran el planeta, perdidos en medio de la galaxia, y él le pregunta si alguien piensa en ella allí abajo, si alguien le espera, volví a ser consciente de lo grande que es el guión de Gravity.
Y lo injusto que es que no se haya llevado el Óscar al mejor guión original. Hubiese sido una llamada de atención a tantos directores que renuncian al personaje en favor de previsibles atracciones de feria.
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