Es la gran favorita y una de las películas esenciales de la cartelera navideña. Pero la película de McQueen tiene poco de festiva. Es cruel, tremenda, despiadada... Y genial. Al igual que Shame, 12 años de esclavitud te mete en una piel incómoda que te deja una sensación muy dolorosa.
Si Tarantino hizo una versión muy personal de la esclavitud en Django desencadenado en la que era difícil no apartar la mirada de la pantalla, en la película de McQueen hay planos realmente insoportables de latigazos, golpes, denigraciones... La experiencia es catártica y definitiva, pero hay que ir preparado.
Hasta Hans Zimmer, un compositor acostumbrado a tocar fibras sensibles, está desconocido en esta película con una música muy personal, apenas emotiva y casi siempre en un segundo plano.
El trabajo de todos los actores es formidable; no hay uno que desentone. Sorprende la capacidad de McQueen para atraer actores de primera línea con personajes de muy pocas frases pero mucha intensidad (Benedict Cumberbatch y sobre todo Brad Pitt, también productor de la peli).
12 años de esclavitud será a partir de ahora la película de la esclavitud, dejando lejos intentos muy meritorios como Espartaco, Amazing Grace, El color púrpura, Amistad, Grita libertad o Tiempos de gloria.
Calificación: 8´5
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