Y Affleck salió de Boston sin dejar de ser Affleck. Argo es una película política con carga de acción, drama, heroísmo y, como novedad, una acertada dosis de comedia gracias a unos divertidos Alan Arkin y John Goodman.
La realidad y la ficción se confunden en Argo como ya sucedió en su gran opera prima Adiós pequeña, adios. Si su primera película coincidió temporalmente con el caso Madeleine, su tercer filme se estrena con las embajadas de Estados Unidos asediadas en Oriente Medio después de la polémica película sobre Mahoma.
Como ha dicho el propio Affleck hoy en el Kursaal, "si la historia de Argo no fuese real sería inconcebible". Un plan de rescate de unos diplomáticos norteamericanos en Irán que consiste en simular un rodaje de Hollywood en el lugar del conflicto es una idea de locos. Pero así sucedió. Y el director, actor y guionista la cuenta sabiendo que tiene una historia muy original, bien apoyada en personajes de carne y hueso. Con una estética setentera que coincide con el momento en que sucedieron los hechos, Affleck te mantiene en vilo y centra la historia en un humanismo norteamericano sin complejos.
Porque la película no se arrodilla y pide perdón por ser norteamericano, a pesar de un prólogo durísimo y muy eficaz contra lo que Estados Unidos hizo con Irán en el tercer cuarto del siglo XX. "Mi película se enorgullece de personas que se juegan la vida por los demás. Es un humanismo que me gusta reflejar en mis películas, no me arrepiento de ello".
La película es muy completa y a la altura de las dos anteriores de Affleck. Además es distinta y muy matizada a la hora de reflejar un tema tan complejo. El también director George Clooney participa en la producción de la peli y se nota. El trabajo de estos dos tipos tan astutos es de agradecer, un entretenimiento sugerente que no me extrañaría que el paso del tiempo haga crecer aún más.
Calificación: 8
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