Hay detalles de calidad e ingenio que no se ven con facilidad, Richard Jenkins está, como siempre, soberbio, y se agradece que confíen tanto en la vida misma para captar la audiencia.
Lástima que la vida de estos personajes que gobiernan una funeraria esté tan llena de... nada.
Desilusión profesional, desengaño afectivo, sexo directo y maquinal, ausencia de amor. En el fondo son una vidas en las que los contrapuntos positivos pesan muchos menos que los negativos. Y esto acaba dejando esta serie en un notable alto que no llega a sobresaliente por la carencia de determinados matices.
Aún así coincido con algunos críticos en que es una de las grandes series norteamericanas. Una más que demuestra la superioridad sobre las series españolas (demasiado pegadas a formatos reiterativos de comedia de situación más estiradas que la cara de Sarita Montiel).
Aún así coincido con algunos críticos en que es una de las grandes series norteamericanas. Una más que demuestra la superioridad sobre las series españolas (demasiado pegadas a formatos reiterativos de comedia de situación más estiradas que la cara de Sarita Montiel).
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