"Océanos": un documental que no sustituye al Orfidal

¡Por fin lo he encontrado! Después de años durmiendo con el eco somnífero del tiburón blanco, el ornitorrinco zurdo y el escarabajo diábetico, este documental francés me ha tenido en vilo más de hora y media. Sobra el agotador final greenpeace de que los hombres somos malos, muy malos, depredadores sin alma que destrozamos el planeta, la fauna marina, aérea y terrícola. Todo a la vez. Nada que ver con el tiburón blanco, el oso polar o la medusa gigante que al parecer son pacíficos e inofensivos animales que se dedican a repartir flores y palomas blancas a los depredadores humanos.

Pero el resto está muy bien, la fotografía es maravillosa y la música de Coulais (Los chicos del coro) es un delicia. Imprescindible verlo en pantalla grande.


"Nunca me abandones": grandes esperanzas

Nunca me olvides es una novela de Kazuo Ishiguro (Lo que queda del día), cuya adaptación al cine cuenta con muchos alicientes. En primer lugar el director es Mark Romanek que en su anterior película (Retratos de una obsesión) demostró un grandísimo talento visual y una admirable habilidad para dirigir a un soberbio Robin Williams.



Nunca me olvides cuenta la vida de tres adolescentes en un mundo en el que la ciencia lo controla todo por medio de cuidadores y donantes.

Por si fuera poco la película está interpretada por Carey Mulligan (An education, Wall Street 2), Andrew Garfield (Leones por corderos, La red social) y Keira Knigthley y Charlotte Rampling. La música es una de las mejore composiciones de Rachel Portman (Smoke, La habitación de Marvin, La leyenda de Bagger Vance).

La película es de esas que hay que ver en momentos muy concretos de la vida porque hay que estar preparado para un torrente de emociones y amarguras. Pero es una obra de arte del primer al último plano. Un arte que refleja hasta donde puede llegar la melancolía.


"Requiem por Nagasaki"; el libro que necesitaría una película

Cuando uno deja de viajar al menos una hora diaria en el Metro de Madrid suceden dos tragedias:
1º) Deja de leer 2º) Comienza a engordar. Y e una pena. Pero el glorioso verano de este año en Coruña (con un sol radiante y brisa marina desde hace casi 4 meses que hace suponer la llegada del Fin del Mundo), me está dejando tiempo para disfrutar con un libro que ya está en la lista de los top ten junto Guerra y Paz, Peter Pan, Crimen y Castigo, La potencia de uno, Último encuentro o Señora de rojo sobre fondo gris. 


Requiem por Nagasaki todavía no tiene película pero la merecería. La historia de Takashi Nagai, un médico japonés converso al catolicismo en medio de algunas de las mayores tragedias del trágico siglo XX (Guerra chino-japonesa, II Guerra Mundial, la bomba atómica) es una verdadero tratado sobre la bondad humana  y espiritual en medio de la barbarie. En poco más de 200 páginas hay amor, acción, dramatismo, lírica, aventura, crueldad, santidad, la historia de hombres que se creyeron demasiado grandes y quisieron imitar a un Dios destructor... Y por encima de todo la historia de un hombre que se enamoró del Dios creador que dejaba a las criaturas ser libres en lo bueno y en lo malo. Todo contado con una naturalidad y una belleza nipona que sabe sacar lo mejor por medio de las sugerentes metáforas.

Un buen director sería un Zhang Yimou o un Wong Kar-Wai en sus buenos momentos. Con fotografía de Christopher Doyle o Emmanuel Lubezki y un compositor como el líder de World's End Girlfriend, Katsuhiko Maeda, curiosamente natural de Nagasaki y creador de la música de la imprescindible Airdoll de Hirokazu Koreeda, Liu Tong (Ciudad de vida y muerte) y especialmente el músico habitual de Hayao Miyazaki (Joe Hisaishi). Aunque también Thomas Newman, por salir de Oriente, también hizo un estupendo trabajo en El laberinto rojo.





Para el guión me cuesta más decidir porque Paul Haggis (Million Dollar Baby), Peter Morgan (Las Hermanas Bolena) o Steven Zaillian (La lista de Schindler) llevan una época de demasiados altibajos.

Por ahora os dejo con música inspiradora de esta novela necesaria y un documental para entender mejor el horror de la historia de Nagasaki y la esperanza contra todo pronóstico de este gran médico. 

Nuestra infancia fue mejor

Decían los chicos de Mecano que "los recuerdos son mentira y que inundan la razón". Quizás tengan razón. Pero aún así, cada vez que tengo que sufrir algunos minutos de series actuales dirigidas al público infantil no puedo dejar de pensar: ¡Pobres niños!

Antes teníamos Dragones y mazmorras, El inspector Gadget, Scobby Doo, Fragel Rock, Campeones, Érase una vez la vida, Marco, Willy Fog (que cantaban los chicos de Mocedades maravillosamente), Heidi... Y las que podías ver con cierto uso de razón: El Gran Héroe americano, el coche Fantástico, Fama, el Equipo A, Padres Forzosos, el show de Bill Cosby, Alf...







Y ahora que tienen doscientos mil canales en tdt, antena parabólica y demás, lo que ven es Telettubies, Lunnis, Gormitti... y para de contar. ¿No es curioso que en la era dorada de las series de televisión y el cine de animación, los niños del siglo XXI tengan una variedad tan escasa y de una calidad tan limitada?


Química de verano

Hace 5 años justamente, cuando andábamos celebrando el Mundial, escribí este post sobre una de las mejores películas veraniegas de los últimos años. Hoy he vuelto a verla, y la fórmula sigue funcionando.

Noche y día es la última película de James Mangold (El tren de las 3.10) y una de los mejores guiones de los blockbuster de los últimos años. Una comedia de acción de muchisimo talento e ingenio en cada uno de sus múltiple giros.

Es tan buena que hasta le perdonas que localicen los San Fermines en Sevilla (la escena es tronchante como pocas). El flechazo de Tom y Cameron en el avión es una escena pletórica de ritmo, guión e interpretación.

Noche y día es una de esas pelis en las que no miras el reloj y sales con ganas de que el cine, entre otras cosas, no se olvide de regenerar neuronas. Y ya de paso si logramos que el protagonista de Misión Imposible se ría de sí mismo hemos metido el gol fuerte y por la escuadra.

Calificación: 8

"The last ship": Michael Bay no perdona

Generalmente aconsejo series, pero también recibo sugerencias que en algún momento suelo hacer caso. The last ship era uno de esos títulos que salía con cierta frecuencia hablando de televisión. Que si era una serie bien producida, trepidante, adictiva... La verdad es que intenta ser algo así, pero no lo logra ni de lejos. Al menos para mí. Esta serie de G.I.JOE que intentan salvar el planeta de una pandemia global tiene a Michael Bay (Transformers, The Black Sea) como productor ejecutivo, y eso no se supera fácilmente. 

Los diálogos son de traca y la interpretación de los actores de "hombres y mujeres de anuncio de desodorante en posición MUY PREOCUPADOS" es de lo peor que he visto en tele en muchos años. ¡Y ojo, que ví algunos capítulos de una serie protagonizada por Lydia Bosch y Miguel Ángel Muñoz!.

Que el argumento esté muy trillado es lo de menos. The Walking Dead o La carretera son obras maestras y hablan de lo mismo. Pero no tienen uno diálogos imposibles de creer, involuntariamente autoparódicos (hay veces que a uno le da la sensación de estar viendo una escena de Top Secret o Agárralo como puedas). Ya ni digamos la credibilidad de lo que se cuenta. Esa mujer que en medio del colapso mundial dice: "Ahora me acuerdo de mi novia, ibamos a ir juntas a París". Esa línea de guión lo tiene todo: cliché, cuóta de lobby, entonación postiza, interpretación autómata de un personaje autómata...

Como la atracción no para de hacer loopings a más de uno el mareo le gustará. Yo lamento que la serie no sea decididamente cómica, porque entonces sería buenísima.

El trailer de promoción sintetiza perfectamente el engolado tono de una serie plagada de escenas y personajes que se autoescuchan con una admiración ridícula.

 

Últimas despedidas

Disfrutando de una noche coruñesa de mantita y fresco, ayer descubrí una película estupenda. Nunca es demasiado tarde es la historia de un hombre que prepara los funerales de las personas que mueren sin que nadie les eche de menos. Es una historia pequeña que te deshace desde el primer minuto. Probablemente no haya nada más duro que pensar que nadie acudirá a tu entierro. Que nadie tendrá la necesidad de despedirse de ti. Por eso el protagonista de esta película resulta tan conmovedor y profundamente humano.

Eddie Marsan, un actor londinense que definitivamente ha dado el salto a personajes protagonistas, hace una recreación muy difícil; apenas expresa con su rostro, sus palabras... Pero esa contención es muy significativa. Él soporta todo el peso de una película perfectamente medida en sus silencios, miradas, apuntes musicales (otra gran banda sonora de la últimamente descuidada Rachel Portman). La criada de Downton Abbey (Joanne Froggat) tiene un personaje complementario muy pequeño pero perfectamente retratado.

Una de esas película diferentes que hay que recuperar necesariamente en DVD.

"Forever" o la idea desperdiciada

La idea de un hombre inmortal que resucita cada vez que muere tenía muchas posibilidades, pero cuando no hay un buen guión ni un actor en condiciones todo es muy difícil. Mathew Miller ha creado varias series y ninguno ha llegado a buen puerto (666 Park Avenue, Los 100, Chuck). Algo parecido le sucede al protagonista de Forever, Ioan Gruffudd, un actor que no convence en su intento de ser una especie de doble de Robert Downey Jr (basta ver su aportación en las estúpidas versiones de Los cuatro fantásticos).

Esta serie de ciencia-ficción con bastante intenciones cómicas se pasa de lista. Me recuerda a Elementary, una serie sobre Sherlock Holmes realizada con mucho menos talento que la protagonizada por Benedict Cumberbatch. En Forever también hay personajes estereotipados y situaciones estiradas que hacen que la trama sea muy previsible, los gags tengan un humor muy evidente y los personajes sean muy poco interesantes.

Es lo de siempre; cuando hay presupuesto pero no hay ingenio en el guión hay poco que hacer. Y más cuando la temporada se alarga hasta los 22 capítulos y la picaresca se confunde con la zafiedad. Que Forever no haya renovado por una segunda temporada no me parece extraño, aunque ahora mismo podría decir 10 o 15 títulos que me tampoco merecerían renovación y van por una 3ª o 4ª temporada.

Como casi siempre las redes sociales han vuelto a intentar engañarnos con una oleada masiva de tuits de fans que parecen haber perdido el sentido de su vida con la cancelación de Forever. No me creo casi nada de Internet y menos lo que piden esos sospechosos tsunamis tuiteros. No hay que perderse la despedida de Ioan Gruffudd a los huérfanos seguidores de la serie.


"Terminator Génesis": el superabuelo Arnold

Por lo menos han intentado darle una vuelta de tuerca ingeniosa a este Terminator 5 (que en realidad sería -1 porque es precuela). Y eso ya es algo. Estamos hartos de estiramiento de sagas y de readaptaciones de la readaptación y, quizás por eso, mis expectativas ante esta nueva película del robot inmortal eran casi nulas. Aún recordaba el sueño que me provocó la chillona Terminator Salvation que me pareció un muermazo considerable.

El director de esta precuela es Alan Taylor (el director de Thor 2 y bastantes capítulos de Juego de Tronos) y entre los guionistas está la temible Laeta Kalogridis (Guardianes de la noche, Alejandro Magno, Shutter Island, El guía del desfiladero). La sucesión de persecuciones, peleas y gags  sobre el abuelo Arnold son constantes y nada nuevo que no hubiésemos visto en Terminator 2 hace más de dos décadas, pero al menos al parque temático le han incluido nuevas atracciones y el reparto está bastante bien.

Si uno no exige demasiado la película resulta entretenida y deja bien atada la historia a modo de prólogo. Supongo que hará dinero, pero no creo que llegué a acercarse a los 1000 millones de dólares.

"Inside out": Píxar recupera el podio

Lo han vuelto hacer. Ingenio y emoción en grado absoluto. Escenas para reír y para llorar. Peter Docter (Up) ha devuelto a Píxar el podio de la genialidad en el que llevaba dos décadas instalados con descansos muy puntuales. La historia de una adolescente que ve como la vida se vuelve cada vez más confusa con la lucha sin tregua entre 5 personajes internos es una de esos argumentos que juegan con fuego. Y en este caso el fuego no quema, sino que hace brillar a cada una de los deliciosos personajes con un guión desbordante de talento y un diseño de animación simplemente genial (en este sentido el personaje de Tristeza es sublime).

Dudo que no sea la película del verano, aunque es verdad que puede que los más pequeños se pierdan un poco en la original trama. Pero Inside Out no se merece sólo eso. Ya es hora de que Píxar se lleve una Palma de Oro, un Oscar a la mejor película, un Leon de Oro o un Oso de Plata. No sólo saldrá ganando Pixar, sino más bien el Festival que reconozca que esta productora está haciendo avanzar el cine a una velocidad de vértigo.

P.D: No se pierdan el cortometraje Lava, una vez un aperitivo sensacional para otra obra maestra.



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